viernes, 30 de octubre de 2015

Laura Montoya, la santa que tendrá una moneda acuñada en su honor


La ley 1710 del 2014, entre otros, ordenó, como parte de los homenajes a Laura Montoya Upegui, hacerse una emisión, por única vez, de una moneda conmemorativa.
Durante la visita el fin de semana a Salgar (Antioquia) el presidente Juan Manuel Santos confirmó la promesa que hizo durante la realización de la canonización de la religiosa en el 2013. “La moneda de la Madre Laura ya es una realidad, de manera que el Banco de la República ya la autorizó, usted puede estar muy tranquilo”, le dijo Santos a David Alonso Toro, alcalde de Jericó (Antioquia), el municipio donde nació la santa.

El mandatario municipal afirmó que, como comunidad, alegra que la Santa, además de ser reconocida por su labor pastoral y legado, tenga su figura acuñada en una moneda.
El metálico llevará la imagen que estaba colgada en la Basílica del Vaticano el día de la canonización de la religiosa. La imagen fue entregada luego por el Primer Mandatario al municipio de Jericó.Sin embargo, no será una moneda de valor comercial, aunque su emisión se unirá a los homenajes que se le rinden a la santa. La fecha de la emisión tampoco ha sido confirmada por Banrepública, pero este contactó a La Congregación Hermanas Misioneras Madre Laura para definir la imagen que se grabará.
¿ QUIEN ES LA MADRE LAURA?


En estos últimos meses, los periódicos y las emisoras radiales han traído a 
la actualidad a la Madre Laura Montoya. 

Y no son escasos los que andan preguntando: ¿Quién fue, en definitiva, 
esta mujer que ahora se nos presenta como posible y aun cercana candidata a 
la gloria de los altares? 

Digamos, primero que todo, que en su vida, ella, buscadora porfiada de la 
humildad y de estar desconocida, de aquel “m ama nesciri” que aconseja la 
imitación de Cristo, no pudo lograrlo porque era una personalidad eminente e 
inocultable. 

Maestra de escuela, directora de colegios, catequista por celo celestial, 
buscadora del indio del bosque para hablarle de Dios, fundadora de misioneras 
de la selva, escritora profusa, batalladora y combatida, su vida se sale de 
marcos ordinarios, rompe moldes y trochas, se roza con la novela, es blanco de 
la calumnia y de la veneración. 

Fue mujer que pensó en grande y agrandó lo que tocaba. Y pensó a los 
divino porque anduvo siempre endiosada, pero proyectada hacia el bien de sus 
hermanos los hombres y precisamente de los más olvidados y abandonados. 

Acción misionera 

La hermana Surama Ortiz, quien heredó su legado, precisa que la madre fundó la Congregación Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena en 1914, cuando se desplazó desde Medellín hasta las selvas de Dabeiba a conocer la cultura ancestral. 
Explica que el proyecto de la misionera nunca fue formar una comunidad, sino ir como maestra y catequista de los nativos, a los que les dedicó toda su vida. “Son ellos los que continúan siendo el grupo preferencial en el que desplegamos nuestra acción misionera”, enfatiza.
Aunque la madre inició su labor con los Emberá Katíos, también vio la necesidad de amparar a las comunidades afro y campesinas. Siempre veló por los más pobres, los no cristianos y los marginados. “Lo que la movía era que los menos favorecidos no conocieran a Dios”, resalta la hermana Ortiz.
“Nosotras continuamos con la obra de los pueblos más vulnerados. Trabajamos por su educación, salud y todo lo que aporte al desarrollo de estas comunidades golpeadas por la pobreza y el conflicto”, dice.
Las hermanas Lauritas cubren toda la geografía indígena de Colombia. En Antioquia están en los 48 resguardos y 165 comunidades ancestrales de los pueblos Emberá Eyabidá, Emberá Dobidá, Emberá Chamí, Emberá Katíos, Tule y Senúes
.
LEGADO
Desde que la madre Laura conoció a los indígenas, supo que eran hijos de Dios, que tenían alma y que merecían conocer la gloria de la religión. Ella contradijo a la Iglesia al creer que no eran animales salvajes sino personas con derechos y deberes.
Incluso contradijo a los mismos ancestrales, quienes creían que no tenían alma, que eran una vergüenza para la sociedad y que merecían ser esclavos.
Ella se acercó a las comunidades más despreciadas y desprotegidas por el Estado y por la Iglesia con el deseo de que recuperaran su identidad, sus derechos y, al mismo tiempo, conocieran y amaran a Dios.
Caminó por los lugares más inhóspitos de Antioquia, tocó cada puerta de las comunidades indígenas con el fin de enseñarles a leer y a escribir en español, para que con sus ojos comprendieran la palabra de Dios.
Ester Pineda Ospina, una de las hermanas Lauritas, cuenta que la misionera dedicó su vida a predicar la Biblia en la selva. “La novedad de la madre Laura, aparte de su carisma y espiritualidad es que para ella la comunidad nacía en el monte, no en conventos ni monasterios”, relata.
La predicadora no solo se preocupó por darles evangelio a los pueblos ancestrales, también por su salud, educación y dignidad. Le reclamó al Estado por los derechos indígenas, exigió que los reconocieran como personas para que les dieran participación en la vida política, los incorporaran en la sociedad  y así dejaran de ser invisibles.
La madre siempre se identificó con los indígenas, decía que iría hasta el fin del mundo con tal de que ellos conocieran y adoraran a Jesús. Por eso, no en vano, el poeta Jorge Robledo Ortiz escribió: “para ella, fue indio todo anhelo, india la luz que le promete el cielo y también indio el corazón de Dios”.


EXPERIENCIA DOCENTE 
Se dedicó a formar jóvenes dentro de la fe cristiana y católica en diferentes escuelas públicas del departamento de Antioquia. Su primera experiencia docente fue en Amalfi, en donde fue nombrada directora de la Sección Superior de la Escuela municipal, según el decreto 234 de enero de 1894.En ella procuró impartir sus enseñanzas siguiendo una orientación religiosa que no era del agrado de todas las autoridades del municipio.
Finalmente, algunos opositores a la formación religiosa interpusieron una queja ante la gobernación del departamento, a la cual la gobernación dio respuesta en favor de Laura, apoyada por el secretario de Instrucción Pública Pedro A. Restrepo, quien la conocía muy bien desde su paso por la Normal de Medellín. La guerra civil de 1895 obligó al cierre de las escuelas del departamento, lo cual forzó a Laura a mantener únicamente las clases preescolares en su propia casa.
En agosto de 1895 fue nombrada maestra en la Escuela Superior Femenina de Fredonia.La apertura de otro Colegio de señoritas en Fredonia por parte del cura del pueblo propició un reto para Laura que no llegó a afectar su buen desempeño en la Escuela Superior Femenina, pues terminó siendo preferida por la población. El 23 de febrero de 1897 fue trasladada a Santo Domingo. Allí decidió dar catolicismo a los niños en el campo. Mientras desarrollaba su carrera pedagógica, cultivó la mística profunda y la oración contemplativa.
Debido a su experiencia docente, su prima Leonor Echavarría le ofreció colaborar en la dirección del recién inaugurado Colegio de la Inmaculada en Medellín. El colegio ganó mucho prestigio en la ciudad, en él estudiaban hijas de familias de ingresos altos. Al morir su prima Leonor el 10 de junio de 1901, el colegio quedó completamente en manos de Laura. En noviembre de 1905 el escritor Alfonso Castro comenzó a publicar una novela llamada "Hija Espiritual" en la revista "Lectura Amena", cuya intriga desacreditó notablemente al Colegio de la Inmaculada y a su directora Laura, a tal punto que llevaron a su cierre definitivo.
Tras el cierre del colegio, Laura fue nombrada maestra de la escuela de La Ceja en donde estuvo por un poco tiempo y en 1907 la población le solicitó fundar un colegio enMarinilla. Estando allí comprendió que su misión era evangelizar a las comunidades indígenas de la región.

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                                                 LAURA MONTOYA
María Laura de Jesús Montoya Upegui (JericóEstado Soberano de AntioquiaEstados Unidos de Colombia26 de mayo de1874 - MedellínColombia21 de octubre 1949), mejor conocida como Madre Laura, fue una educadora y misionera católicafundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena.
En 2004 fue declarada beata de la Iglesia católica habiéndose conocido un milagro obrado por intercesión suya. En diciembre de 2012 se dio a conocer el veredicto por parte del grupo de evaluación del proceso de su canonización, según el cual, un segundo milagro fue obrado por intercesión suya, con lo que se completaron los requerimientos para su declaración como santa, lo que la convirtió en la primera santa de nacionalidad colombiana. El papa Francisco inscribió su nombre en el libro de los santos mediante la fórmula canónica en solemne concelebración eucarística en la plaza de San Pedro el 12 de mayo de 2013.
Laura Montoya, "La Madre Laura" nació en JericóEstado Soberano de AntioquiaColombia, el 26 de mayo de 1874. Fue bautizada el mismo día de su nacimiento con el nombre de María Laura de Jesús. Hija de Juan de la Cruz Montoya y María Dolores Upegui, tuvo dos hermanos: Carmelina, que era mayor y Juan de la Cruz, su hermano menor y su prima Luisa Upegui.Su padre, que era médico y comerciante, murió asesinado cuando ella tenía dos años de edad.
Este hecho, ocasionó una difícil situación económica en su familia. Su madre se vio obligada a emplearse como maestra de religión. Por este motivo, cuando Laura era aún niña, tuvo que habitar primero en la finca de su abuelo Lucio Upegui en Amalfi y posteriormente viajó con su madre y hermanos al municipio de Donmatías, en donde vivieron por algún tiempo.